En los últimos años, la rivalidad comercial entre China y Estados Unidos se ha acrecentado y es el campo de los microchips y su impacto económico el actual tema central de este enfrentamiento. China ha buscado convertirse en una potencia manufacturera dominante en esta industria mediante estrategias de fomento a la innovación y competencia, lo que ha generado cambios en el mercado global a favor de las empresas chinas. Sin embargo, China aún depende en gran medida de proveedores y clientes extranjeros y enfrenta obstáculos para acceder a tecnología avanzada y aumentar su autonomía productiva. A pesar de ello, el gobierno chino continúa promoviendo medidas para el desarrollo de la industria de microprocesadores a largo plazo. Una cosa es segura, y es que la rivalidad entre estas dos potencias tendrá consecuencias significativas en la producción de microprocesadores y el mercado global en general.